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Ver un poco más allá de la cerca

Sergio Lehmann Economista jefe Banco Bci

Por: Sergio Lehmann | Publicado: Lunes 3 de junio de 2024 a las 04:00 hrs.
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Sergio Lehmann

En el diseño de políticas públicas es fundamental entender bien los alcances y consecuencias en materia de incentivos que se generan. Hace largo rato que esta premisa básica no está en el radar de algunas definiciones clave en materia económica y social, lo que lleva irremediablemente a un deterioro macroeconómico y un menor bienestar.

Precisamente en esa categoría vemos, entre otras, la ley corta de Isapres recientemente aprobada en el Congreso, la idea planteada por el Gobierno para abordar el CAE, las soluciones que algunos sectores han propuesto para el sistema de pensiones o los golpes autoinfligidos al mercado de capitales. Lamentablemente, no ha habido autocrítica y algunos de quienes han empujado medidas sin base técnica no reconocen aún cómo ello ha limitado nuestro crecimiento.

“Existen numerosos ejemplos donde ha primado en el debate la mirada cortoplacista frente a las urgencias del país, generando incentivos perversos. Es tiempo de que levantemos la mirada, dejando de lado las medidas torpes y socialmente muy costosas”.

La recientemente anunciada revisión y eventual condonación del CAE, una promesa de campaña del Gobierno, ha provocado un aumento notable en los morosos del sistema, a pesar de que el servicio de esa deuda es contingente y flexible. Contempla un pago mensual equivalente al 10% de la renta de la persona beneficiada, por lo que no tiene obligación de pago en caso de desempleo.

Los incentivos que conlleva este tipo de anuncios son ciertamente errados, castigándose precisamente a los que han sido responsables en el pago de su crédito, al tiempo que se presiona a las finanzas públicas cuando, bien sabemos, no existen holguras. Más allá del diseño final que se defina para esta política, el daño está hecho.

Respecto a la ley corta de las Isapres, es importante también hacer presente sus alcances. Finalmente se desistió de la mutualización de la deuda concebida tras el fallo de la Corte Suprema, una cuestión técnica, propia de cualquier tipo de seguro en el mundo, aduciendo que eso era una suerte de salvataje. Para enfrentar la compleja coyuntura, obviando el camino mejor fundamentado, se optó por permitir alzas más pronunciadas en los planes de la Isapres.

Esto producirá un flujo de cotizantes hacia Fonasa, especialmente de aquellos más sanos y jóvenes. Como resultado, a mediano plazo algunas de las instituciones privadas volverán a sentir una alta fragilidad financiera, mientras el sistema público de salud verá una aun mayor presión.

Existen numerosos otros ejemplos en donde ha primado en el debate la mirada cortoplacista frente a las urgencias del país, generando incentivos perversos. Por nombrar solo algunas, esto se ha visto en la discusión del sistema de pensiones, los retiros de fondos y autopréstamo, así como en el origen de la permisología que ha golpeado con fuerza la inversión.

Nuestra capacidad de crecimiento se sitúa hoy en torno a 2%, muy por debajo del 3,5% que se estimaba hace tan solo cinco años. Buena parte de ello se asocia directamente a malas políticas y a las señales equivocadas que se han entregado. Suficiente precio hemos pagado, entendiendo que el PIB en los próximos años será sustancialmente más bajo del que hubiésemos alcanzado de haber hecho las cosas bien con fundamentos adecuados y responsabilidad.

Poniendo números, tenemos que el PIB en diez años más será 15% menor al que aspirábamos. Si consideramos que la trayectoria hasta ese entonces se reconoce más baja de la que se preveía y calculamos el valor equivalente en recursos de hoy asociadas a la pérdida, llegamos a un acumulado de cerca de US$ 120 mil millones, una cifra sideral.

Es tiempo de que levantemos la mirada y veamos un poco más allá de la cerca, dejando de lado las medidas torpes y socialmente muy costosas.

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